En el muelle de madera, el experimentado pescador ata cuidadosamente el anzuelo al hilo, luego coloca en él la carnada que seducirá al pez. El experto pescador sabe que para pescar cierta clase de peces, necesita una clase específica de carnada… una mosca seca para pescar truchas, gusanos para los róbalos, o carnadas olorosas para el pez gato. Pero, lo que el pez no sabe es que “no todo es lo que parece”. En cuestión de segundos, ante la tentadora oferta, muerde el anzuelo, pelea por zafarse y ¡el resultado es un delicioso filete de pescado servido en la mesa del pescador!
Todos sabemos bien lo que significa ser seducidos por una mentira; recibir la oferta de algo que promete ser bueno, pero que al final no conviene. La tentación es la carnada atractiva que esconde el anzuelo mortal. Pero, ¡ánimo! Usted no tiene porqué morderlo.
“Hay camino que al hombre le parece derecho: pero su fin es camino de muerte”. (Proverbios 14:12)
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