¿Como saldría de allí, si fuera posible? la incertidumbre y el olvido jugaban con el fétido olor de algas y peces muertos. Jonás estuvo encerrado en el vientre del pez durante tres días. El nunca había estado tan solo, tan lejos del mundo, de la luz y de su destino. Llego al punto mas bajo, al lugar donde los amigos no están, las puertas se cierran y las oraciones no parecen dar resultado.
si alguien podía sentirse maltratado por la vida y las circunstancias, ese debió ser Jonás. Si alguien podía llorar el peso de los problemas era él. si alguien podía creerse lejos de Dios, ese era Jonás. ¿Que hubieras hecho en su lugar? muchos dejamos de asistir ala iglesia, otros culpamos a Dios por las extrañas cosas que nos han pasado. Argumentamos: "¿Como puedo seguirte señor bajo circunstancias tan duras?"
A menudo los hijos de Dios encontramos en las circunstancias la razón para no vivir una amistad profunda con Él. "Mi trabajo es terrible", "El ambiente de mi barrio no me permite", "si usted viviera en mi casa sabría porque es tan difícil tener comunión con Dios".
Estas y algunas otras son las excusas que ponemos para intentar evitar el compromiso de amor hacia Dios. Tu jefe gruñón, tu esposo inconverso o tu hijo rebelde no son el problema tampoco lo son la rutina esclavizante del hogar y los niños. No es tu familia ni tu cultura. Tales cosas parecieran ser cárceles, pero el muro que hay entre tu Padre celestial y tú no lo constituyen los ladrillos del lugar, el tiempo y el espacio.
¿te sientes acorralado por laguna situación? ¿Estas preguntándole al Señor el porque de las limitaciones? Estas orando: "¡Señor sácame de aquí! ¿Donde estas? ¿Porque no cambias las cosas? Entonces te encuentras en la misma situación que Jonás y yo debimos atravesar: el puente de la confrontación.
Entonces oró Jonás a Jehová su Dios desde el vientre del pez, y dijo: invoque en mi angustia a Jehová, y él me oyó; desde el seno del Seol clame, y mi voz oíste. me echaste a lo profundo, en medio de los mares, y me rodeo la corriente; todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mi. Entonces dije: desechado soy delante de tus ojos; mas aun veré tu santo templo. Las aguas me rodearon hasta el alma, rodeóme el abismo; el agua se enredo a mi cabeza. Descendí a los cimientos de los montes; la tierra echo sus cerrojos sobre mi para siempre; mas tú sacaste mi vida de la sepultura, oh Jehová Dios mio.
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