No Tengas Miedo a Ser Sumisa
La mujer que esta llena del Espíritu Santo querrá ser totalmente sumisa a su marido. Contrario a lo que sostienen las feministas radicales, la sumisión no significa que la esposa sometida es una ciudadana de segunda categoría. La sumisión es el designio de Dios para la esposa, del mismo modo que el esposo le es asignado ser la cabeza de la esposa. Ella debe someterse a la cabeza del esposo, no al señorío. El esposo no es el Señor. Señorío es obligar a alguien para que se haga su voluntad, mientras que ser cabeza es ser responsable de crear un ambiente de protección. El ejemplo de Cristo nos enseña que la verdadera sumisión no entraña ni indecisión, ni mezquindad, tampoco es el resultado de un orden impuesto; es mas bien un acto de adoración a Dios que surge de la respuesta voluntaria, deliberada y elegida de una esposa.
Jesús deseaba ser humilde, ser obediente hasta la muerte y ser sumiso. En la medida que la mujer se humilla y se somete a su esposo como cabeza, comienza a encontrar su verdadero significado en esa relación.
Cuando hay dos individuos con dos conjuntos de temperamentos diferentes, naturalmente surgirán diferencias de opinión. Cuanto mas fuertes sean los temperamentos, mas fuertes serán los conflictos. Los conflictos vendrán, pero el compromiso a resolverlos mantendrá unido al matrimonio.
La esposa que realmente ama a su marido querrá como primer objetivo la felicidad de el. Con ese tipo de motivación, a la larga los dos salen ganando. ¡Con la ayuda del Espíritu Santo es posible estar casados para siempre!
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