martes, 4 de julio de 2017

La distribución de funciones es también una delegación de la autoridad


 ¿Quién se atreverá a desobedecer la autoridad del Señor? Pero recordemos que también se necesita prestar atención a la autoridad de los miembros que Dios ha coordinado en el cuerpo. Dios ha juntado a muchos miembros y, por lo tanto, es rebelión absoluta el que alguien se resista a la ayuda de los otros miembros. A veces el Señor usa a un miembro en forma directa; pero en otras ocasiones usa a otro miembro para suplir las necesidades de aquél. Ya que es la cabeza la que dirige al ojo para que mire, todo el cuerpo debe aceptar la visión de ese ojo como suya propia. Tal distribución de la función es una delegación de la autoridad y representa también la autoridad de la cabeza. Si otros miembros presumieran de ver, serían rebeldes. Jamás seamos tan insensatos como para pensar de nosotros mismos como todopoderosos.

  Recordemos siempre que no somos más que un miembro; necesitamos aceptar las operaciones de los otros miembros. Cuando nos sometamos a la autoridad visible estamos en perfecta armonía con la Cabeza, puesto que el echo de que alguien tenga el suministro constituye su autoridad. Todo el que tenga un don tiene un ministerio, y todo el que tenga un ministerio tiene autoridad. Sólo el ojo puede ver; así que cuando necesitamos ver tenemos que someternos a la autoridad del ojo y recibir el suministro de su función. El ministerio que Dios otorga es autoridad; nadie debe rechazarlo. La mayoría de las personas quieren tener la autoridad directa de Dios; pero el modo más frecuente de Dios es establecer autoridades indirectas o delegadas para que las obedezcamos. Por medio de ellas debemos recibir la provisión espiritual.

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