martes, 25 de julio de 2017

"Lo que ahora sufrimos no es nada comparado con la gloria que él nos revelará más adelante"

("Romanos 8:18")
A veces vemos el llamado de Dios en nuestra vida de color de rosa. Pero oír su llamado no es lo mismo que conseguir el trabajo de tus sueños.Cuando Dios llamo a Jeremías a predicar a un pueblo que no quería escuchar, este lloró tanto que se ha ganado el apodo de "el profeta llorón". Nuestra primera reacción a una tarea encomendada por Dios es generalmente de temor. Henry Blackaby escribe: "Algunas personas dicen´Dios nunca me va a pedir algo que no pueda cumplir´. Con los años eh llegado a la conclusión de que si la tarea que siento que Dios me está encomendando  es algo que puedo manejar solo, probablemente no venga de Él. Las misiones que el Señor encarga en la Biblia son siempre tareas gigantescas, a la medida de Dios, y están muy afuera del alcance de lo que los humanos pueden hacer solos, porque Él quiere demostrar su naturaleza, su fortaleza...su bondad...a un mundo que nos está observando".

Aceptar el llamado de Dios significa a menudo esforzarse y dedicarle muchas más horas de las que desearías. Y no siempre recibes la recompensa y el reconocimiento  que habrías esperado. Algunos no están de acuerdo con lo que haces y tratarán de estorbarte. También requerirá cometer algunos errores, tener falsos comienzos y aprender de ellos. El talento natural por sí solo no es suficiente para cumplir tu llamado. Para llevar a cabo lo que Dios pide de ti necesitarás ideas, fuerzas y creatividad por encima de tus propios recursos. Pablo dice:"...Somos colaboradores de Dios..."(1 Corintios 3:9), porque para tener éxito tienes que hacer las cosas junto con Él. No solamente te llamaba a trabajar para Él: te llama a que trabajes con Él.

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