Pasaje clave: Lucas 9.
Jesús siempre nos desafía a renunciar a algo (o a todo) para seguirlo a Él, porque a cambio, Él mismo nos equipa y nos bendice con cosas mejores. Mira cómo Jesús constantemente desafiaba a los demás a que “renuncien”:
1º. Alguien tenía 5 panes y 2 peces, ¿te imaginas a qué renunció? (vs.10-17). Correcto. Renunció a sus 5 panes y 2 peces (y a su propio egoísmo) para compartir y bendecir a otros. Dar rompe con nuestro egoísmo, con eso que nos hace decir “esto es sólo mío”. Y me imagino que habrá podido comer mucho más que 5 panes y 2 peces. ¿Cuánto sobró?
2º. Jesús los desafió preguntándoles abiertamente quién decían las personas que era él. ¿A qué habrán tenido que renunciar los discípulos? (vs.18-20, 26).
Me imagino que a la vergüenza, a sus propias ideas o a la opinión de la gente. ¿Tú qué piensas?
3º. Jesús mismo se pone como el máximo ejemplo de renuncia. ¿A qué renunciaría Jesús? (vs.21-22, 44).
4º. En los vs.23-25 Jesús enseña sobre la importancia de renunciar, utilizando dos expresiones: “negarse a sí mismo” y “tomar la cruz”.
Niégate a ti mismo.
¿Qué significa “negarse a sí mismo”?:
- Renunciar a los egoísmos y abandonar los orgullos.
- Renunciar a vivir a mi manera para vivir de acuerdo a la voluntad de Dios.
- Renunciar a todo aquello que aunque no parezca malo puede alejarme de su camino o afectar negativamente mi vida.
- Renunciar al apresuramiento en las decisiones importantes.
- Renunciar a satisfacer sólo mis gustos personales ignorando las necesidades de los demás.
- Renunciar al desgano, a la dejadez, al “mañana lo hago”.
- Renunciar a “yo me las se todas y no necesito de nadie”.
Y toma tu cruz cada día.
¿Y esto qué quiere decir?
No tienes que llevar colgada una cruz en el cuello ni hacer el signo de la cruz cada vez que pasas delante de algún templo. No es eso. Tomar tu cruz cada día es decidirte a “crucificar” los orgullos, los egoísmos, los malos pensamientos, las malas palabras, el resentimiento, la falta de perdón, los deseos de venganza y todo pecado que quiera separarte del amor de Jesús.
Puedes orar así si lo deseas:
“Señor Jesús, te confieso mi pecado (menciona específicamente el pecado). Y en tu nombre renuncio a las mentiras con las que Satanás procura alejarme de tu amor. Me entrego de nuevo a ti. Te doy mis pensamientos, mis deseos, mis sentimientos. Te entrego mis gustos, mis ideas y sueños. Soy tuyo. Eres mi Señor. Y estoy dispuesto a que me guíes con tu verdad”.