lunes, 26 de junio de 2017

Luchando con la Fe

Franklin Gómez, luchador Olímpico de Puerto Rico, posee numerosos reconocimientos como la medalla de oro en los Juegos Panamericanos en 2011 y campeón del torneo universitario (NCAA) de EE.UU. en 2008, y medallista de plata en el Campeonato Mundial de 2011

Nacido en la República Dominicana, Franklin Gómez se mudó a Puerto Rico con su madre cuando tenía cinco años de edad. A la edad de nueve años, comenzó a luchar en un equipo de un club en San Juan. Franklin fue a la escuela secundaria en los Estados Unidos, en un esfuerzo por ganar una beca de lucha libre. Franklin ganó el campeonato estatal de Florida en la división de 53 kg. (119 libras)  para el colegio de Brandon High en 2006. Después de haber ganado una beca para la Universidad de Michigan State, ganó el Campeonato de lucha libre de la NCAA en la categoría de peso de 60 kg (133 libras) y terminó tercero en el torneo en 2008 y 2010. Al año siguiente, se convirtió en el primer luchador de Puerto Rico en ganar una medalla de plata en los Campeonatos del Mundo en 2011, y representó a Puerto Rico en los Juegos Olímpicos de 2012 en Londres.

Con los años, Gómez también ha luchado con su fe. Creció yendo a la iglesia con su madre, “porque eso es lo que tenía que hacer.” A medida que fue madurando, Gómez se dio cuenta: “Yo tenía que averiguar y entender por qué iba a la iglesia y qué papel jugaba Dios en mi vida”. Después de buscar consejo de gente piadosa y una buena dosis de introspección, Gómez decidió confiar en Jesucristo como el que pagó el castigo por su rebelión contra Dios. También le pidió a Jesús, que es Dios el Hijo, que tomara el control de su vida. “Le dije a Dios que yo lo iba a poner en primer lugar”, dice el atleta olímpico. “Necesitaba saber que lo que estaba haciendo era real y que no lo hacía sólo porque se suponía que lo debía hacer. Estaba aprendiendo que seguir a Jesús era algo real. He aprendido que soy completo debido a mi relación con Cristo y nada más.” Gómez también se ha dado cuenta que puede usar su deporte como plataforma para decirle a otros acerca de Cristo y el cambio que puede traer a sus vidas. “He aprendido que Dios quiere usar a todo el mundo, y Él quiere que todos puedan usar sus talentos para honrarlo”, dice. “La mejor manera de predicar el Evangelio es viviendo el Evangelio. La forma de acercarse a sus amigos, las conversaciones que tiene, la forma en que tratamos a los demás, eso es lo que predica el Evangelio. “Puedo notar que la gente me mira y piensa: ‘Es un buen luchador, pero tiene algo diferente en su vida’.”

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